domingo, 27 de marzo de 2011

Culturas enfrentadas en Buenos Aires


Tengo que recuperar los (pocos) lectores de mi blog, que se me dispersaron en el verano. Quizás los convoque con referencias más directas a su realidad inmediata, dentro de la agenda paralela que todo blog procura.

Este segundo fin de semana largo de marzo (¡gracias Cristina!) fue pródigo en su oferta cultural en Buenos Aires. Empezando por el recital en el obelisco de Plácido Domingo, cuya última hora, de tres, miré por televisión. Incansable, el mejor tenor vivo no dejaba de oficiar, a esa altura, de mediador del electoralista conflicto gremial en el Colón. Y terminando con la Noche en vela, en la que en las zonas norte, sur y centro de la ciudad se dieron cita más de 100 eventos artísticos que incluyeron instalaciones, música ciudadana, performances, obras de teatro (y entre estas, en el Palacio Barolo, Vitriol de Gonzalo Villanueva, muy buena adaptación del Prugatorio de Dante)...

Elena Roger y la Sinfónica de Moscú en el obelisco fueron los hitos más rimbombantes, pero yo disfruté de mi recorrido por la Recoleta con otras formas de expresión artística menos consagradas en las que se mezclan las tecnologías y la intervención sobre la textura urbana, muy propiciadas por los talentosos jóvenes que pueblan los mandos medios del Ministerio de Cultura de la Ciudad.

Así, sobre un tramo del muro del cementerio se proyectó una hermosa animación gótica que recogía la escenografía de las bóvedas y las calles del propio cementerio. Un poco más allá, en Plaza Francia, una colorida instalación de esferas lumínicas de Nicolás Bernaudo y, bajo la barranquita, música experimental, bajo el título de "Músicas anfibias, sonoridades extrañas, acciones híbridas". Alcancé a escuchar a Proyecto Gómez Casa, en que el músico toca los acordes básicos de la guitarra y estos quedan grabados y se repiten, mientras él entona un coro, que queda grabado y se repite, mientras él ejecuta con oficio su batería, todo acompañado por un sintetizador de música tecno. En una sala del centro Cultural Recoleta, Daniel Molina y otros, leían en tiempo real los microrelatos en 14o caracteres que se proyectaban desde Twitter a una pantalla gigante. Eran jurados de un concurso en el que los participantes debían hacer llegar sus cuentos entre las 21 y las 23. Sobre la fachada de la Facultad de Derecho una espléndida proyección con laser, musicalizada, sobre las columnas y las paredes laterales, de Christian Bloch.

Horas antes había estado en la muestra "Homenaje al pensamiento y al compromiso nacional" organizada por la Secretaría de Cultura de la Nación, "curada" por Pepe Albistur, en el Palais de Glace. Muy pobre desde el punto de vista gráfico, la muestra está constituida fundamentalmente por coloridos posters que rinden homenaje a 8 pensadores nacionales, 8 luchadores de la causa nacional, 6 artistas comprometidos y los que concretaron sus sueños. Va acompañada de un ciclo de cine que mejora la oferta y de unos juegos interactivos bizarros, como aquel tan comentado en el que los visitantes le tiran a la proyección de un gorila y un contador contabiliza los aciertos.

El contraste entre estas propuestas culturales tan heterogenas provinientes de dos instancias estatales me dejó pensando. La muestra sobre el pensamiento nacional es maniquea y sesgada, y sobre todo, antigua: no hay pruebas de la vigencia del estilo de pensamiento supuestamente uniforme de un José María Rosa o de un Juan José Hernández Arregui o de su eficacia simbólica para dar cuenta de un mundo interconectado, ideológicamente más complejo y plural que el de ellos. Siendo lector asiduo de Leopoldo Marechal, Rodolfo Walsh -que hago leer a mis alumnos- y "Paco" Urondo me resultaron evidentes la omisiones y agresivas algunas inserciones en la lista.

La más escandalosa es la Néstor (así, sin apellido. Y pensar que en vida él recordaba el apellido de Macri cuando sus partidarios insistían en llamarle Mauricio). Está incluido dentro del grupo de los que concretaron sus sueños, junto con Eva y Juan Perón. Nada menos.

Como una linea gruesa que atraviesa toda la muestra es la de la muerte y desaparición de varios de los homenajeados y la lucha contra la violación de los derechos humanos de todos los contemporáneos de la dictadura, un poster recuerda que Néstor y Cristina fueron detenidos en Santa Cruz un día de 1977 según lo demuestra una borrosa fotocopia de un acta policial. El poster asegura que estuvieron más de veinte días, todo enmarcado dentro de la épica de la militancia montonera. Según verificó el periodista Aldredo Leuco, los Kichner sólo estuvieron 72 horas demorados, y durante esos años de la dictadura, muy lejos ambos de la causa de los derechos humanos. Este poster y todos los que se refieren a Néstor, así como toda la muestra, trabaja en el sentido de crear un mito en torno de la figura del ex-presidente, del que la actual presidenta sería continuadora. Así lee la muestra Tomás Abraham en
Perfil y otras acciones comunicacionales bien orquestadas, Roberto Bosca en la revista Criterio. (Los festejos del Bicentenario ensayaron esta técnica de las omisiones y de la inserción de los Kirchner en una serie histórica heroica).

Me desvié un poco del tema de este post: las diferencias de las políticas culturales, tal como se aprecian desde Buenos Aires, de los gobiernos de la ciudad y de la Nación. No soy macrista; para nada. Mauricio Macri me parece un frívolo. Su gestión se ha centrado sobre lo visible relegando sistemáticamente las medidas invisibles que afectarían al hueso de la gestión: la educación, la salud, la vivienda -como quedó en evidencia en la crisis de la ocupación del Parque Indoamericano-. Yo creo que no le preocupa la pobreza. Sin embargo, se decía que Macri no le iba a dar importancia a la cultura y, en cambio, los años de su gobierno han sido muy fructíferos en ese ámbito, sobre todo en un nivel de expresiones culturales descentralizadas, emergentes, modernas.

Me encanta que tampoco los artistas que promueve Macri sean macristas. Esto es imposible en el nivel nacional. O se está con ellos o contra ellos. Nada menos artístico que el maniqueismo en el relato de la historia y de la actualidad, ese sistema de posiciones binarias del pensamiento, esa épica que quieren reinventar para ubicarse ellos del lado de los héroes.

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