domingo, 24 de octubre de 2010

Materia de vida y de poesía



El viernes terminé una materia de posgrado en la Universidad Austral donde, entre otras cosas, trabajamos con mi modelo de análisis de los casos mediáticos conmocionantes. Les dije a los alumnos que teníamos el triste privilegio de estar cerrando el curso mientras se gestaba uno de esos casos que sacuden a la opinión pública, renuevan la agenda política y provocan graves consecuencias institucionales: el crimen de Mariano Ferreyra. Un caso que le va a traer más problemas al kirchnerismo que anteriores intervenciones autoritarias o escandalosas. Pero no es de este caso que quiero hablar ahora, ya lo voy a hacer.

El martes anterior había estado en la presentación de Materia, el último libro de poesía de mi gran amigo Carlos Battilana, editado por Vox, editorial bahiense. El "evento" (como lo calificó una anfitriona) tuvo lugar en el bello auditorio de la Casa de la Lectura, en Almagro, y consistió en un comentario, lectura de poemas por parte del autor, música y brindis. Un eje central de este nuevo poemario de Carlos es la paternidad, a la que el yo lírico alude primero como hijo y luego como padre. La muerte del padre, entiendo, habilita que lleguen hasta el discurso recuerdos serenos, anteriores a la toma de conciencia por parte del hijo de la ajenidad de la tradición y de las certezas que el padre pasó a representar después. Son escenas menores, gestos bondadosos de un padre que hace el asado para los de la familia o lleva a pasear en auto a los chicos.

Esta nueva presencia de la paternidad se conecta en el poeta con el cuestionamiento de su propio ser padre de tres hijos. Yaki Setton, también se refirió al libro a partir de estas conecciones de la poesía con la vida familiar, incluso a partir de las analogías con su propia vida de poeta. Carlos agradeció la presencia de sus hermanos y que su madre se hubiese quedado cuidando a su hijo autista. No es el único eje del libro ni es aquí que debo reseñarlo. Sólo quiero articular la idea de que este lenguaje que no desdeña la teoría desgarra mansamente el velo de la poética autorreferencial o irónica para que llegue hasta nosotros (lectores, audiencia) la emoción de las aristas de la vida.

Cuando presentó su tercer libro: La demora (2003), Carlos invitó a Pablo Dacal a tocar algunas canciones, en particular un par de temas de Leonardo Favio que a ambos le gustaban. De alguna manera lo presentó a los amigos antes de que Dacal se hiciera conocido en el ambiente musical. Otro tanto, creo, ocurrió esta vez en la presentación de Materia, su quinto libro. Como Pablo no podia ir le sugirió a Carlos que contactara a Julieta Rimoldi. Con insegura pero hermosa voz cantó tres temas sólo acompañada de su guitarra acústica. Uno de ellos -"El bosque"- lo compuso, según contó, después de que muriera su propio padre, cuando le sugirió a su madre irse juntas al campo. Una vez más, esa noche, la vida ligaba poéticas (y no al revés).

Esa fructífera noche, además, Raúl Egitto me regaló su libro Se cayó el sistema, un relato de sátira política que en parte se forjó en los cumpleaños de Carlos, en los que Raúl compartía con nosotros listas de "novedades" (más lingüísticas que reales) del menemismo, tales como las luces de las casas pudientes que se encienden por las noches cuando uno pisa su vereda. Lo empecé a leer a gusto. El protagonista es un profesor de Historia que debe lidiar con un nuevo mundo en el que el acceso a los desprestigiados colegios estatales es copado por los Consejos Escolares, y en el que los colegios privados le echan en cara que desapruebe a alumnos que no estudian. Como dice Carlos en el prólogo: "el menemismo fue un proyecto de poder con una alta conciencia lingüística en el que la forma de decir designaba eufemísticamente la corrupción y la expulsión de los pobres de los eventuales beneficios de un modelo político y económico". Que las broncas que generan la prepotencia y el maniqueismo kirchnerista no me hagan olvidar de esa década de retroceso cultural.

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