La semana pasada comencé las clases en la carrera de comunicación. Les hablé a mis alumnos del relato: la proliferación de ese dispositivo por todos los soportes y por todos los géneros, la circulación de esa categoría, al menos por todas las ciencias humanas y sociales. Solo al concluir la clase me di cuenta de que la mayor parte de los ejemplos que brindé fueron de películas y de series, siendo una clase de periodismo gráfico y digital. También me di cuente de esto: tiendo a hacer una lectura metatextual incluso de los relatos que no pretende ser metatextos.
Así, el día posterior a la entrega de los Oscar, en que casi todos andávamos lentos y ojerosos, era inevitable comentar “El secreto de sus ojos”. Les dije a mis alumnos que me gustó la película, pero que le encontraba fallas, sin embargo: la forma en que dan con el asesino en el estadio de fútbol y, más adelante, lo hacen declarar, son totalmente inverosímiles. La escena de la violación me pareció demasiado explícita. Además, la famosa última toma que tanto gustó, a mi me pareció de más. La relación entre Darín y Villamil quedaba mucho mejor planteada cuando ella le hecha en cara que él no se la hubiese llevado consigo al norte, siendo ambos todavía jóvenes y solteros. Yendo hacia la universidad esa misma mañana concordé con un comentario de Chiche Gelblung (con quien no suelo concordar) en el sentido de que esa última escena le pareció una concesión al marketing. Sin embargo, me gustó el juego del papelito que de decir TEMO pasa a decir TE AMO, cuando Darín está por recuperar ese equilibrio que en todo relato se pierde. ¿Tendrá que ver esa A faltante, con la letra A que la vieja máquina de escribir de los tribunales no consigue marcar?
Me fui de tema. Quería hablar de los metarelatos. "El secreto de sus ojos" me sugiere una lectura metatextual, que es la que hace que la película me guste y en donde se redimen las inverosimilitudes y aún las concesiones a la filosofía de Hollywood. Benjamín Espósito está escribiendo una novela, basada en sus recuerdos de un caso penal no resuelto. Entre sus insumos, entonces, se dan exageraciones, como la escena de la despedida en Retiro, con Villamil corriendo por el andén, y que ella misma discute que haya sido así (tal vez en la categoría de las exageraciones entren, entonces, los recuerdos referidos a la forma en que atraparon e hicieron confesar al culpable). Se dan también hipótesis, como que su amigo Francella se haya hecho pasar por él para salvarle la vida, algo que el mismo Darín no tiene manera de comprobar que haya sido así. Entonces es esta inclusión de relatos inciertos lo que, por momentos, nos hace dudar de casi todo el contenido de la novela de Espósito y aún de la película (para no hablar de que la película es una adaptación de una novela).
Dije que, para tratar el tema del relato, en clase hablamos de películas y hablamos de series. Solo una de mis alumnas había visto "Flashforward", la serie de AXN. Entonces les conté el arranque. Durante 2 minutos y 17 segundos, 7 billones de personas, sufren un desmayo (como dice la promo) y dentro de él tienen una visión de lo que les sucederá dentro de seis meses. Vueltos a la vida cotidiana empiezan a encontrase con personas que aparecen en sus visiones o al revés. Algunos quieren evitar que se concrete el contenido de su visión. Algunos no tuvieron visión alguna, se esperan muertos dentro de seis meses y se entregan al nihilismo. Los policías protagonistas crean Mosaico, un sitio web en donde se conectan las visiones de todos aquellos que contribuyen contando su historia.
La trama permite plantear los temas de la libertad y el destino, la gestión del drama personal y el del prójimo en la catástrofe colectiva. Pero sobre todo tolera mi lectura metatextual: ¿no estamos fuera de la ficción también, interpretando un relato, del que sólo conocemos algunos flashes y del que los otros conocen tramos esenciales?, ¿no se conectan nuestros relatos con los de los demás de manera aparentemente aleatoria pero siguiendo un lógica que el mayor conocimiento de las historias ajenas nos permite advertir? , ¿no consumimos relatos quizás para ver cómo se desarrollan las tramas parecidas a nuestras propias vidas? , ¿no posibilita realmente la red la interconección de esos relatos semejantes, o al menos semejantes en algunos puntos?
En fin que una lectura metatextual no es la única ni la mejor, pero tiene la ventaja de destacar la utilidad de las invitables películas para las clases de comunicación (y para la vida).
¡Hola Damián! como siempre tus post invitan a la reflexión, que placer leer lo que escribis.
ResponderBorrarEspero que no tomes a mal, pero en el tercer párrafo te quedó "andávamos lentos y ojerosos" en lugar de "andábamos"... ahora que lo escribo pienso: quizás es un recurso para demostrar gráficamente que efectivamente vos andabas lento y ojeroso! jajaja! si es así, aplausos! jajaja!!
Gracias!
Pía
¡Gracias, Pía! Lo de "andávamos" no es ninguna sutileza: es un error de ortografía de esos que yo no perdonaría a mis alumnos. Me pasó algo raro con este post. Se ve que hice algo mal al pegar el video y ya no pude corregir nada (por ejemplo los dos primeros párrafos quedaron con otra tipografía). Así que tendrá que quedar así, para humillación del analista del discurso.
ResponderBorrarDamián
Hola Damián. Muy bueno tu blog, lo sigo siempre y me suscribí a el a través del google reader. Un saludo y nos estamos viendo.
ResponderBorrarTomas de Marcos
pd: coincido con tus observaciones respecto a la película de Campanella. Entretenida, pero por momentos, muy inverosímil.