Algunos tramos de mi apertura del Workshop de Gestión de Contenidos de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral.
Nos interesan los contenidos de las industrias de los contenidos, no solo el marco legal, tecnológico o económico.
Pero en las industrias de los contenidos, cada eslabón de la cadena de valor afecta al producto, la relación con los stake holders queda incorporada el contenido. Algo evidente en la cobertura informativa de la ley de servicios audiovisuales.
En la gestión de los contenidos el rey es el contenido, y el rey del contenido es el público. El poeta español Juan Ramón Jiménez decía que prefería viajar en barco que en avión, porque cuando uno viaja en avión, primero llega el cuerpo y después el alma. Y eso le está sucediendo hoy a los productores de contenidos: las tecnologías y las prácticas de los públicos los pasan. Hay más soportes, dispositivos, aplicaciones, programas, soluciones tecnológicas que contenidos de calidad. Se busca el tráfico (por ejemplo a través de un concurso de SMS), el click (a través de una publicidad ingeniosa), el consumo repetitivo y vacío y no la vinculación afectiva o cognitiva. Entran en crisis los contratos de lectura.
Algunos foros sólo preocupados por la circulación de la información, por la novedad y poco por los contenidos y por la gente, contribuyen a esta prevalencia de lo instrumental.
Hay una enorme dispersión de datos. Si la información sobre las audiencias de medios tradicionales sigue siendo escasa, superficial y poco confiable, sobre Internet es paupérrima (todos los medios que incluye, aparecen considerados juntos) y corre el riesgo de detenerse en el mero contacto, en el registro del trazo de clicks, como antes le pasó a los medios tradicionales con las investigaciones de difusión.
Paradójicamente hay más información disponible que nunca, pero dispersa, poco estudiada. El hecho es que las audiencias dejan más rastro y hablan más que nunca, pero los productores de contenidos saben muy poco de ellas. De sus prácticas culturales y de consumo. Hay poca investigación.
En cambio, los productores de contenidos cada vez parecen más intuitivos y cada vez se copian más. Hoy existe el peligro de ir a lo seguro también en el campo digital, en donde las tendencias son de onda corta. Con 6 millones, Argentina está dentro de los 10 países con más usuarios de Facebook: empieza a ser un lugar común.
Teniendo a los contenidos en el centro de la escena, nuestra idea en este campo es generar ámbitos en los que se vea todo en común. El marco legal, las tecnologías, la gestión del talento, el estudio de las audiencias, el negocio, la medición de la calidad, etc. Todo en función de los contenidos y todo junto.
Aquí es donde entra la idea de la convergencia. Como dice Henry Jenkins no se trata de una convergencia tecnológica, hacia una terminal única (la computadora o el celular), sino de una convergencia cultural. No convergencia (en singular) sino convergencias (en plural). Hoy los invito a pensar en las tensiones que plantean estas convergencias, pensar en las convergencias como tensiones.
(I) Convergencia de medios quiere decir que los medios tienden a Internet, pero también que los tradicionales buscan valor agregado en los nuevos medios. Hay contenidos de TV que estimulan que se comenten por chat o Twitter. Los nuevos medios le tienden la mano a este requerimiento: existen aplicaciones para hacerlo. Puede darse también en el sentido inverso: la TV lleva al aire un contenido de Internet ("Ciega a citas", y antes muchos ejemplos en USA), y ese contenido de TV es recuperado y hecho circular por Internet.
(II) Convergencia de audiencias que producen sus propias combinaciones entre medios, buscando sus contenidos predilectos, apropiándose de ellos y compartiéndolos (sobre todo en el caso de los jóvenes con las series y con la música).
Los productores de contenidos de una industria deberían mirar a las otras con mentalidad convergente, puede suceder que la solución a algunos dilemas de la industria editorial estén en la industria discográfica, por ejemplo. Mientras Chris Anderson en su último libro Free, recomienda el modelo de la gratuidad, The Economist, de Murdoch, va a volver a cobrar los contenidos on line, probablemente con un modelo de micropagos, al estilo de I-Tunes.
(III) Convergencia también es convergencia entre lo local y lo global (lo glocal). Este año en Argentina se produjeron varias novedades políticas que condicionan la producción de contenidos. La decisión de la CNDC de que Telecom Italia desinvierta en Argentina, la adopción del sistema de Brasil y Japón para la digitalización de la TV, el contrato entre AFA y el Estado por los derechos de transmisión del fútbol, la ley de servicios audiovisuales, el impuesto a las tecnologías. ¿Empujan estas condiciones cada vez más hacia mercados externos? (IV) En Argentina hay que hablar de una convergencia entre la posmodernidad y la premodernidad.
Cuando uno mira a la Argentina, aunque tenga la mayor penetración de Internet de América Latina, se ve este contexto legal arcaico y se ve que la torta publicitaria y las concentraciones de audiencia siguen estando en los éxitos masivos: el fútbol, Tinelli, Valientes, la revista de Susana, el cine nacional (a pesar de la gripe A en plenas vacaciones de invierno, este año)… (V) La última convergencia que propongo, entonces, es entre: la masividad y la personalización.
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