El 5 de julio se realizó un seminario sobre Medios de comunicación y libertad de expresión en el Senado, organizado por algunos partidos de oposición: UCR, CC y Socialismo. Yo intervine en una mesa con Julio Rajneri, director del diario Río Negro, Jorge Lanata, director de Crítica, Sebastián Lacunza, director de FOPEA y Julio Blank, editor jefe de Clarín. A continuación, lo que yo dije:
Se nota una gran expectativa depositada en la eventual reforma de la ley de radiodifusión por parte de los actores políticos. Esto muestra hasta que punto los medios son también actores políticos. Indudablemente. Una sociedad mediatizada es aquella en donde las prácticas políticas (el acceso al poder, el reclamo social, el debate de las políticas de Estado…) son como son porque en el medio están los medios. El componente simbólico del poder cada vez condiciona más al poder político y, a su vez, los medios cada vez ocupan más porcentaje de ese poder simbólico. Eso explica que la Presidenta se haya visto obligada a hablar tantas veces a los medios por el conflicto del campo, que haya sindicado a los medios como entes opositores, que haya denunciado que discriminan –supuestamente- a la clase que la sostiene a ella…
Yo creo que en la calidad del sistema de medios se juega mucho de la calidad de la democracia, de la que es como su sistema nervioso central. No creo, sin embargo, que los motivos, la oportunidad y las razones que está esgrimiendo el Gobierno al proponer una nueva ley de medios garantice que dé a luz una ley más democrática. Más bien todo lo contrario. Entonces: no dudo sobre el qué sino sobre el para qué. ¿Para qué necesita el Gobierno, ahora, esta ley?
El marco teórico con el que están operando los que parecen estar pensando esta nueva ley, atrasa. Es un framework que todavía depende de la teoría lineal de la comunicación. Y esto en dos sentidos:
1. Prejuicio de una relación lineal entre el mercado de medios y un “pretendido” pluralismo ideológico. El borrador de proyecto de ley al que tuve acceso, por una parte, limita la propiedad de un titular de servicio a sólo un servicio más (AM, FM, TV abierta o codificada), y por otra parte, le da un papel central como operador el Estado. Esta, que es la mayor urgencia del Gobierno, no es una cláusula de la dictadura sino del gobierno –democrático mal que nos pese- de Carlos Menem. Pero esta urgencia del problema de la titularidad de la radiodifusión ¿No va a quedar caduca con la digitalización, cuando todos los medios lleguen por el mismo conducto, y no sea el aire?
Los medios se mueven entre dos lógicas, es sabido, la del servicio público y la comercial. Como sostiene la bibliografía, por la concentración pueden prevalecer los intereses sobre la veracidad, el lucro sobre el servicio público, la sobre-representación de una tendencia ideológica por sobre otras. Pero hay también otro peligro que es la atracción que siente el Estado de inmiscuirse en el ejercicio de las libertades de informar y opinar con la excusa de preservar derechos preeminentes.
La concentración responde a motivos comerciales más que ideológicos: sinergia, economía de escala, menos competencia. Y las nuevas tecnologías facilitan que se piense en contenidos para muchos soportes (Los Simpson es una serie y una película y un DVD y varios sitios y videojuegos y merchandising…)
Ahora bien, lo que impacta sobre el pluralismo político es el grado de apertura del sistema de medios. Debe quedar abierta siempre la posibilidad de ingreso al mercado de nuevos actores. Y el Estado debe facilitar ese acceso “de otros”, diversos de sus enemigos y de él mismo.
Los medios se constituyen en un lugar de pluralización del debate público. Yo mismo he estudiado cómo han promovido el debate a propósito de casos periodísticos conmocionantes como la muerte del soldado Carrasco, el asesinato de Cabezas, los sobornos en el Senado, el doble crimen de la Dársena en Santiago del Estero, etc. Pero no deberían quedar atrapados en una lógica del conflicto. Esta lógica, peor si es maximizada por los medios, es lo contrario del pluralismo. La hipótesis del consenso, al contrario de la del conflicto, sostiene que cualquier idea que se pretenda legitimar en el debate público se debe defender de la crítica racional.
Desde el punto de vista del contenido de los medios, el pluralismo (cantidad de actores) debe estar al servicio de la diversidad (variedad de contenidos). La diversidad es uno de los criterios empleados por la investigación para medir la calidad. Dos medios en el mismo mercado aseguran pluralismo pero no diversidad. La relación pluralismo- mercado de medios, entonces, no es lineal. La competencia entre operadores podría ir acompañada de homogeneidad de oferta. El imperialismo de Bailando en la TV abierta es un ejemplo de falta de diversidad. Y Tinelli forma ciudadanos también.
2. Prejuicio de una relación lineal entre los medios y las representaciones sociales. La investigación académica ha mostrado que los medios influyen sobre las representaciones, pero a largo plazo, como por goteo, no sobre los comportamientos. En la Argentina, pareciera que los medios tienen más capacidad de gestionar las representaciones sociales que los políticos, pero eso se debe más a una ausencia que vienen a cubrir…Cacerolazos, movilizaciones con Blumberg por la inseguridad, movilizaciones por el crimen de Fuentealba, asambleístas en Gualeguaychú, conflicto del campo: no es que la gente no se movilice, lo que sucede es no se siente representada por los políticos. Y eso no se cambia con la limitación del acceso a las licencias. Es un fenómeno de largo plazo, estructural, no coyuntural.
Un informe sobre la libertad expresión en América Latina, sostiene como síntomas de la poca vocación por la libertad de expresión de este Gobierno (en realidad el texto que cito se refiere al Gobierno de Néstor Kirchner, pero el de Cristina es continuista en este tema: “la asignación con criterios políticos de la publicidad oficial; la asignación con criterios políticos de las licencias de radio y televisión; la estigmatización por parte del gobierno de la profesión periodística y/o de medios de comunicación; la acción obstruccionista de oficinas públicas y organismos de control para condicionar o limitar por razones políticas el ingreso de nuevos medios, comerciales o no comerciales". No es creíble el desvelo por la (imposible) objetividad periodística de un Gobierno que hasta el conflicto del campo recibía apoyo de Clarín, que lo recibe ahora del grupo Hadad, y que tiene en P12 un diario que anticipa con total crudeza las políticas oficiales. Que renovó las licencias por 10 años, que aprueba el cuasi-monopolio del cable (la fusión de Multicanal y Cablevisión).
¿Tiene mayor voluntad de compulsa democrática a propósito de esta ley que pretende democratizar más a los medios? No me pareció en la reunión de decanos de Comunicación a la que asistí con la presidente en la casa rosada el 29 de abril y en la que no hubo ninguna consulta. Más bien, ahí me pareció que el Gobierno logró cooptar a muchos universitarios de las universidades nacionales (que en las carreras de comunicación suelen tener un verdadero encono con los medios), como cooptó al PJ, a muchos movimientos piqueteros, a muchos sindicatos.
En definitiva, estoy a favor de una nueva ley de medios, que tiene que ver con la democracia y el Gobierno dice propulsar para democratizar, pero, por favor, que el debate sobre esta ley sea él mismo un proceso democrático. En este debate falta consultar a la gente, el público, quien es el sujeto del derecho a la información. Ojalá se organizara una audiencia pública. ¿Qué puede aportar la universidad en ese sentido? Investigación independiente, de largo plazo, sobre la función social que le asigna la gente a los medios. Sobre cómo se informa la gente hoy y qué hace con esa información. Para no legislar con supuestos que atrasen.
1. Prejuicio de una relación lineal entre el mercado de medios y un “pretendido” pluralismo ideológico. El borrador de proyecto de ley al que tuve acceso, por una parte, limita la propiedad de un titular de servicio a sólo un servicio más (AM, FM, TV abierta o codificada), y por otra parte, le da un papel central como operador el Estado. Esta, que es la mayor urgencia del Gobierno, no es una cláusula de la dictadura sino del gobierno –democrático mal que nos pese- de Carlos Menem. Pero esta urgencia del problema de la titularidad de la radiodifusión ¿No va a quedar caduca con la digitalización, cuando todos los medios lleguen por el mismo conducto, y no sea el aire?
Los medios se mueven entre dos lógicas, es sabido, la del servicio público y la comercial. Como sostiene la bibliografía, por la concentración pueden prevalecer los intereses sobre la veracidad, el lucro sobre el servicio público, la sobre-representación de una tendencia ideológica por sobre otras. Pero hay también otro peligro que es la atracción que siente el Estado de inmiscuirse en el ejercicio de las libertades de informar y opinar con la excusa de preservar derechos preeminentes.
La concentración responde a motivos comerciales más que ideológicos: sinergia, economía de escala, menos competencia. Y las nuevas tecnologías facilitan que se piense en contenidos para muchos soportes (Los Simpson es una serie y una película y un DVD y varios sitios y videojuegos y merchandising…)
Ahora bien, lo que impacta sobre el pluralismo político es el grado de apertura del sistema de medios. Debe quedar abierta siempre la posibilidad de ingreso al mercado de nuevos actores. Y el Estado debe facilitar ese acceso “de otros”, diversos de sus enemigos y de él mismo.
Los medios se constituyen en un lugar de pluralización del debate público. Yo mismo he estudiado cómo han promovido el debate a propósito de casos periodísticos conmocionantes como la muerte del soldado Carrasco, el asesinato de Cabezas, los sobornos en el Senado, el doble crimen de la Dársena en Santiago del Estero, etc. Pero no deberían quedar atrapados en una lógica del conflicto. Esta lógica, peor si es maximizada por los medios, es lo contrario del pluralismo. La hipótesis del consenso, al contrario de la del conflicto, sostiene que cualquier idea que se pretenda legitimar en el debate público se debe defender de la crítica racional.
Desde el punto de vista del contenido de los medios, el pluralismo (cantidad de actores) debe estar al servicio de la diversidad (variedad de contenidos). La diversidad es uno de los criterios empleados por la investigación para medir la calidad. Dos medios en el mismo mercado aseguran pluralismo pero no diversidad. La relación pluralismo- mercado de medios, entonces, no es lineal. La competencia entre operadores podría ir acompañada de homogeneidad de oferta. El imperialismo de Bailando en la TV abierta es un ejemplo de falta de diversidad. Y Tinelli forma ciudadanos también.
2. Prejuicio de una relación lineal entre los medios y las representaciones sociales. La investigación académica ha mostrado que los medios influyen sobre las representaciones, pero a largo plazo, como por goteo, no sobre los comportamientos. En la Argentina, pareciera que los medios tienen más capacidad de gestionar las representaciones sociales que los políticos, pero eso se debe más a una ausencia que vienen a cubrir…Cacerolazos, movilizaciones con Blumberg por la inseguridad, movilizaciones por el crimen de Fuentealba, asambleístas en Gualeguaychú, conflicto del campo: no es que la gente no se movilice, lo que sucede es no se siente representada por los políticos. Y eso no se cambia con la limitación del acceso a las licencias. Es un fenómeno de largo plazo, estructural, no coyuntural.
Un informe sobre la libertad expresión en América Latina, sostiene como síntomas de la poca vocación por la libertad de expresión de este Gobierno (en realidad el texto que cito se refiere al Gobierno de Néstor Kirchner, pero el de Cristina es continuista en este tema: “la asignación con criterios políticos de la publicidad oficial; la asignación con criterios políticos de las licencias de radio y televisión; la estigmatización por parte del gobierno de la profesión periodística y/o de medios de comunicación; la acción obstruccionista de oficinas públicas y organismos de control para condicionar o limitar por razones políticas el ingreso de nuevos medios, comerciales o no comerciales". No es creíble el desvelo por la (imposible) objetividad periodística de un Gobierno que hasta el conflicto del campo recibía apoyo de Clarín, que lo recibe ahora del grupo Hadad, y que tiene en P12 un diario que anticipa con total crudeza las políticas oficiales. Que renovó las licencias por 10 años, que aprueba el cuasi-monopolio del cable (la fusión de Multicanal y Cablevisión).
¿Tiene mayor voluntad de compulsa democrática a propósito de esta ley que pretende democratizar más a los medios? No me pareció en la reunión de decanos de Comunicación a la que asistí con la presidente en la casa rosada el 29 de abril y en la que no hubo ninguna consulta. Más bien, ahí me pareció que el Gobierno logró cooptar a muchos universitarios de las universidades nacionales (que en las carreras de comunicación suelen tener un verdadero encono con los medios), como cooptó al PJ, a muchos movimientos piqueteros, a muchos sindicatos.
En definitiva, estoy a favor de una nueva ley de medios, que tiene que ver con la democracia y el Gobierno dice propulsar para democratizar, pero, por favor, que el debate sobre esta ley sea él mismo un proceso democrático. En este debate falta consultar a la gente, el público, quien es el sujeto del derecho a la información. Ojalá se organizara una audiencia pública. ¿Qué puede aportar la universidad en ese sentido? Investigación independiente, de largo plazo, sobre la función social que le asigna la gente a los medios. Sobre cómo se informa la gente hoy y qué hace con esa información. Para no legislar con supuestos que atrasen.
Damián,
ResponderBorrarNo sé si lo leiste pero página 12 publicó el lunes 16-06 una columna firmada por el director de la Biblioteca nacional titulada "Bombita Rodriguez y la historia" que es realmente interesante.
Acá te paso el link
Saludos
Pablo Marcó
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/106112-33454-2008-06-16.html
Estoy sumamente de acuerdo con vos Damián.Está claro que los medios son un poder y tienen intereses comerciales, y está bien que así sea, no hay que renegar de eso. Pero en lo que sí tenemos que ser fuertes es en que estos grupos comerciales que se dedican a informarnos, proceso clave para la democracia, no dejen de decirnos que sí son empresas y que tienen intreses. Posiblemente sea una solución utópica. Sin embargo, estoy convencido que abrir el juego, intentar ser cristalinos nos va a mejorar nuestra calidad democrática. Por otro lado, sufrimos un doble discurso del gobierno nacional y nosotros, quienes estudaimos ciencias sociales tenemos la responsabilidad de tener opiniones y defenderlas. No hay que tener miedo a opinar. Ademàs, para seguir con una línea idealista, creo que el Estado sí tiene que regular. El desafío es que no manipulemos. Al fin de cuentas, el Estado somos todos. Màs compromiso social nos da más democracia.
ResponderBorrarDiversidad y pluralidad.
ResponderBorrarSi el estado asegura la pluralidad la diversidad se da naturalmente en una sociedad con libertad y diversa con acceso plural a los medios.
La diversidad como metrica podria llegar a justificar cosas lamentables a las que estamos acostumbrados.