Volvió Capusotto. Y mi cuñado tuvo la buena idea de regalarme la segunda parte de los Grandes Éxitos de Peter Capusotto y sus Videos. Días antes de ese feliz acontecimiento estuvimos cenando un grupito de profesores de comunicación argentinos con un colega peruano al que le contamos sobre las grandezas del humor “border” local. El restaurante donde transcurrió la cena se llama Juana M. Como se verá en este post, ese nombre tiene encantadoras reminiscencias para mí. Pero no quiero exagerar las coincidencias como esas personas que detesta la tana Bertucceli en Una novia para mi mujer.
La relación del programa de Capusotto, de su antecedente “Todos x dos pesos”, y de “Cha Cha Cha” de Alfredo Casero es evidente. Pero también podríamos ir más atrás en el tiempo, a los comienzos de los noventa, e incluir en esta serie a “Juana y sus hermanas”. Hay algunos videos con sketchs de ese programa en You Tube: tesoros escondidos. Esa serie estaría construida en parte por el tipo de humor, basado en la sátira social, la exageración absurda, la parodia al propio grupo de pertenencia. Pero hay también otros dos motivos para poner a Juana Molina, al gordo Casero y a Capusotto en el mismo podio.
Y el primero de ellos es su vinculación con la cultura del rock alternativo. Radicalmente en el caso de Juana Molina, quien abandonó su carrera de comediante para transformarse en una premiada música de vanguardia. Su último álbum “Un día” es una pieza maestra, en donde todos los temas musicales, y aún el arte de la tapa, contribuyen a la creación de un concepto. Esta composición holística y exigente iría a contramano de la tendencia actual en el consumo del rock en Internet: la bajada de tracks para escuchar en reproductores de poca calidad y consumir mientras se realiza cualquier otra actividad.
Ahí vuelvo: a diferencia de lo que le sucede con la música, sin embargo, Juana Molina prefiguró lo que luego iba a suceder con Casero y con Capusotto: no resistieron mucho en los canales de aire en que fueron emitidos pero sobrevivieron en el cable y en Internet. Y ahí aparece el segundo motivo para ponerlos en la misma lista. Troceados y comentados, en la red estos videos cómicos se convirtieron en un mito. Es que se trata de productos de nicho, no masivos, que tienen éxito en la larga cola de la industria mediática, y generan subproductos que pronto se convierten en el producto: sitios, DVDs, aplicaciones en redes sociales.
Los tres se adelantaron al gusto promedio de su época, crearon nuevos códigos y bordearon el escándalo desde una tradición y un lenguaje genuinamente argentino. Por razones cronológicas, tal vez, estos humoristas son crecientemente zafados y creo yo que por eso menos sugerentes . El humor de vanguardia nunca debería llegar a ser explícito. Al mismo tiempo nunca debería tornarse oficialista como Capusotto en estos momentos. Al menos eso me parece a mí.
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